Existe un lienzo de 24 horas diarias que todos tenemos y que se extiende de manera indefinida. Para algunos será corto e insuficiente, para otros será demasiado largo, y algunos simplemente llegan al final de sus trazos sin siquiera descubrirlo.

Todos nacemos con la capacidad de pintar una espectacular obra cada día y de tener una exuberante colección en el ocaso de nuestras vidas, o no… Tal vez algunos no ven el final del lienzo y sienten que aún hay bastante tiempo y que no hay prisa por empezar a dar las primeras pinceladas; pero, alguna vez se habrán preguntado, ¿por qué es necesario esperar para empezar a pintar un maravilloso cuadro, para pintar una sonrisa en cualquier rostro, para dejar evidencia de algo fantástico…?
Muchos pintores han aprovechado sus lienzos de formas extraordinarias y nos han dejado hermosos cuadros de manzanas que se caen por extrañas fuerzas, de números que se suman con el anterior, de teorías relativistas, de pinturas de sinfonías que no alcanzaron a terminar… y una gran cantidad de obras que reflejan esa magnífica capacidad artística que tenemos al alcance de un pincel, pero que infortunadamente dejamos escapar como agua entre los dedos.
Todos en algún momento hemos visto con agrado el arte de otra persona, algunos quizá con cierto desdén al compararlo con sus propias obras, pero al pensar en esto, es importante considerar que, en lugar de desdeñar las creaciones ajenas, es más fructífero emplear nuestros pigmentos para empezar a crear nuestra gran obra maestra, o una de las tantas que en el final de nuestras vidas serán el legado para las futuras generaciones.
Independientemente del tipo de lienzo que nos han obsequiado, del tipo de pincel, del tipo de paleta, de las condiciones con que llegamos a este mundo, del entorno que nos rodea. Depende únicamente de nosotros encontrar un sendero entre todos los bocetos que nos inundan a diario e ir alimentándolo con un trazo a la vez, con una pincelada cada día, con un toque de la espátula que nos irá acercando hacia esa anhelada sensación de vivir con propósito, con plenitud, y más adelante al mirar hacia atrás en el lienzo descubriremos que ese primer trazo fue realmente la parte más difícil en este maravilloso arte de pintar la vida.
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